domingo, julio 09, 2006

Café cortado

Nunca antes había disfrutada tanto el dejarse llevar por los recuerdos. La múscia, que aun sonaba y la había trasnportado, la hizo volver a la realidad. Sentada como estaba en el sillón, suspiró largamente añorando volver a sentir lo que esa noche había sentido, y pensando en que jamás volvería a pasarle porque él había sido único, como parte de un sueño que no se repetiría y que nadie podría imitar.

Afuera, llovía como suele llover en invierno: mucha agua, mucho viento, pocas personas. Desde la ventana del living, miraba la calle por la que muchos autos, y una que otra micro, pasaban combatiendo a las hordas de gotas que furiosas los golpeaban intentando detenerlos o, por último, atrasarles el viaje que tan urgentemente parecían recorrer. Eran aproximadamente las 8 y media de la noche de un sábado cuya única relevancia había sido una película no muy buena, pero que había logrado sacarle algunas lágrimas que jamás supo de donde habían venido. Distraídamente, se acerca a la mesa y toca gentilmente con la punta de los dedos los papeles que sobre ella yacen inertes y fríos. Un escalofrío llega súbitamente a despojarla del relajo que había logrado tras el maravilloso recuerdo de aquella noche, y sin prisa alguna pero con suficiente velocidad, se dirige a su pequeña cocina, enciende la cafetera y espera que las negras gotas de un café fuerte llenen la taza que se beberá en tan sólo unos minutos.



Mientras, en alguna parte, en otro departamento, un extraño se pasea deseperado de un lado para otro, recogiendo, arrugando y botando papeles, algunos escritos, otros no. Se pasea intranquilo, tenso, extrañado. Sobre la mesa, tiene un café frío hace ya rato, pero de vez en cuando bebe un sorbo y en su cara se nota un gesto de profundo asco, mas eso no lo detiene de beber una y otra vez.
Parece que está buscando algo, si bien su errático caminiar por el departamento haría a cualquiera pensar que está simplemente desvariando, bastaría posar en sus actos una mirada no tan distraída para notar que en efecto está buscando algo, desafortundamente para él, no lo recuerda y por eso tantos papeles han sido víctimas de su rabia al no ser aquello que busca con tanta desesperación.
En una las carreras, entra en su pieza, pensado que tal vez en alguna parte de ese detestable lugar puede estar lo que busca, pero sus ojos traicioneros no le ayudan a buscar y en cambio se dirigen a la repisa donde la foto enmarcada sigue posada boca abajo.

Su mente, que parecía un tormenta de pensamientos, recuerdos, rabia y desesperación, de pronto entra en una calma que sólo puede llevar a algo peor. Con la mente en blanco y casi sin notarlo, se acerca a la repisa, toma la foto y la mira, la mira durante más de 3 minutos sin respirar siquiera, la mano derecha, que cae sin esfuerzo a su costado, se empuña con cada vez más fuerza, las uñas comienzan a enterrarse en la carne, pero no siente dolor, pues está concentrado en la imagen: En el fondo se ve un volcán cubierto de nieve hasta la falda, un poco más cercano, el brillo cobrizo del agua del lago, algunos pinos y otros árboles adornan el paisaje, pero el encuadre favorece a una figura; mujer, cabello negro y largo, ondulado y un poco desordenado por el viendo, tez blanca, pero bronceada y una sonrisa que le invade el rostro entero.

Una lágrima se escapa de sus ojos y se atreve a caer sobre la sonrisa más bella que podía recordar, al verla desfigurada, la razón por la que había entrado a su pieza llega de pronto a su mente, y arroja con fuerza la foto enmarcada contra la pared, el ruido del golde y del vidrio no lo inmutan, se acerca, remueve los pedazos de vidrio, el marco, la foto y encuentra un papel doblado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ya no mas?

Talabartero dijo...

... a qué te refieres??

Porque puede no parecerlo, pero la novela no está estancada, está en una pausa que se ha prolongado más de lo presupuestado.

Antes de Febrero habrá cosas nuevas por aquí.

como corresponde.