lunes, octubre 16, 2006

... en blanco

El sonido de la cafetera era extrañanemte tranquilizante. Le anticipaba la sensación de placer que sentiría al beberse la taza de café caliente que ansiaba sentir en los labios.

Los primeros sorbos siempre era insuficientes, puesto que las ansias nunca le permitían disfrutar del todo el intenso sabor del brebaje que se preparaba casi ritualmente cuando necesitaba sentirse acompañada. Pasados los tres primeros sorbos bajó el tazón y apoyó sus manos sobre el mueble de la cocina, suspiró y miró hacia el cielo, estirando los músculos del cuello.
Sintiendo que ya no le quedaba más por hacer, volvió a su living y encendió el computador, esperando encontrarse con mucha gente, sólo para poder elegir no hablarles. Nunca entendió muy bien porqué hacía eso.





Los músculos de sus piernas habían cedido al peso del resto de su cuerpo, y ahora estaba apoyado en el muro, rodeado de pequeños trozos de vidrio, casi sentado, pero con las piernas recogidas sin esfuerzo. En su mano izquierda, sostenía la foto y en la derecha un papel desdoblado en el que se podían ver algunas palabras sueltas escritas con un lápiz de tinta negra.

La letra era muy bella, redonda y clara, no muy grande y todas las palabras terminaban con pequeños adornos que, en su momento, salían sin querer gracias a la soltura de muñeca de la escritora.

A sus ojos, las palabras no tenían sentido, parecían un montón de garabatos informes y extraños, parecía haber olvidado la habilidad de decifrar un texto, o tal vez sus ojos no podína enfocar correctamente las palabras, pues estaban cansados y él necesitaba dormir.
Por alguna razón agena a su actuar, hasta ese momento irracional, recordó que lo que estaba haciendo era producto de la profunda tristeza que sentía, y eso le dio rabia, más de la que ya tenía, pero que pudo canalizar en un suspiro largo y profundo, acompañado de un vano intento por ponerse de pie, cosa que consiguó sólo al tercer intento.

Una vez que ya tuvo más control sobre si mismo, y aún sin soltar la foto o el papel, salió lentamente de su habitación, arrastrando los pies como si llevara grilletes, la sola idea de llevar grilletes atados a los tobillos le pareción tan genial, que sólo era posible que algo tan ridículo e infantil le sacara una sonrisa, de esas que al verlas en el espejo parecen espantar más que aliviar a un rostro... pero al menos era una sonrisa.





Revisó su correo, porque consideraba que era algo necesario, después de todo, nunca se sabe cuando la empresa se va a dignar a decirte que estás atrasada con la entrega de tus trabjos, sin tomar en cuenta el hecho de que no han dado señales de existencia y de que parece ser que el único momento en el que eres realmente necesaria es cuando todo anda mal y hay que hacer las cosas rápido. Afortunadamente, nada pasaba todavía, y de entre el spam, que a veces revisaba por si acaso el filtro funcionaba mal, encontró un correo que le pareció más que interesante, lo suficientemente atrayente como para abrirlo y darle una leída... por su puesto que el texto carente de valor que se le reveló fue lo único valioso que obtuvo del correo, que terminó borrando con una expresión de derrota en el rostro, esperando, aunque sin pensarlo siquiera, en recibir una llamada telefónica o un correo alentador, que la sacara de sus pensamientos y que la distrajera de sus sueños, aunque fuera por unos segundos.